Sabrina Montoya (al centro) y sus colaboradores de La Posada.
Las MYPES en 2025. Optimismo con reservas tras un arranque lento
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El primer trimestre de 2025 cerró con un Índice de Confianza Empresarial (ICE) de 105 puntos para las MYPES salvadoreñas, una leve caída de 3.5 puntos respecto al cuarto trimestre de 2024, pero alineado con los niveles históricos del sector. Esta baja responde a un patrón recurrente: el impulso estacional de fin de año da paso a una desaceleración natural al iniciar el nuevo periodo fiscal.
En paralelo, el Índice de Situación Empresarial cayó a 20.8 puntos, una contracción pronunciada de 18.8 puntos en comparación al trimestre anterior. Esta cifra confirma que el entorno operativo comenzó el año con mayor complejidad.
Uno de los testimonios recogidos por el Observatorio MYPE evidencia esta percepción:
«Este año comenzamos con ventas bajas y más competencia. Hay muchas nuevas tiendas y eso ha reducido nuestra clientela habitual.» — Sandra Velásquez, comerciante de Ilopango.
Para comprender este comportamiento es imprescindible considerar dos componentes fundamentales del índice: la percepción actual de la situación empresarial y las expectativas a corto plazo. La interacción entre estos factores refleja una ligera decepción con el inicio del año, pero que, a la vez, proyecta una perspectiva optimista para los meses venideros

Un arranque lento
El año 2025 ha tenido un comienzo más lento de lo esperado. El Índice de Situación Empresarial —que mide la percepción sobre el desempeño económico reciente de los negocios— cayó a 20.8 puntos en el primer trimestre de 2025. Esto representa una fuerte disminución de 18.8 puntos respecto al trimestre anterior (39.6).
Uno de los factores que pudo haber influido en este comportamiento es la intensificación de la competencia, entendida como el surgimiento de un mayor número de empresas MYPE. Aunque su impacto se ha reducido ligeramente respecto al trimestre anterior, sigue siendo el principal inhibidor para el 46% de los empresarios encuestados. Esta cifra refleja un entorno desafiante en el que muchas unidades productivas enfrentan dificultades para mantener su posicionamiento en el mercado.
A esta presión se suma otro factor relevante: las dificultades en la gestión financiera. El 29% de los empresarios reportó problemas para mantener un manejo adecuado de ingresos y egresos, lo que representa un aumento de un punto porcentual respecto al trimestre anterior. Esta tendencia revela las tensiones que enfrenta el sector para garantizar liquidez operativa y cumplir sus obligaciones con proveedores y otros actores clave.
Además, se ha detectado un aumento en la preocupación por la escasez de mercadería e insumos. Este problema fue señalado por 22 de cada 100 empresarios, 5 puntos más que en el trimestre anterior. La falta de productos en el mercado afecta directamente la capacidad de operación y la continuidad de los negocios, generando impactos en productividad, ventas y cumplimiento de compromisos con los clientes.
La situación del inicio de año se describe muy bien por un empresario entrevistado: «Tuvimos que suspender pedidos porque el proveedor nos aumentó precios y no hay suficiente stock. Eso nos retrasa todo.» — José Aguilar, pequeño fabricante en San Miguel.



Expectativas de recuperación: leve repunte hacia el segundo trimestre
A pesar de los obstáculos, el Índice de Expectativas Empresariales se ubicó en 56.4 puntos, cifra que supera ligeramente al cierre de 2024 y denota un optimismo contenido respecto al futuro inmediato. Las campañas comerciales de verano, el retorno del consumo y las adaptaciones fiscales post-cierre de año son factores que podrían contribuir a esta mejoría esperada.

2025: resiliencia con cautela
Los resultados del primer trimestre de 2025 transmiten un mensaje mixto: por un lado, las MYPES enfrentan un entorno con desafíos importantes, como el aumento de la competencia, la escasez de insumos y las dificultades para mantener una gestión financiera equilibrada. Por otro, persiste una actitud optimista hacia el corto plazo, reflejada en el indicador de expectativas que se mantiene en niveles favorables.
Esta dualidad se materializa en el puntaje obtenido en la Confianza Empresarial, que se ubicó en 37.8 puntos, muestra una leve contracción respecto al año anterior. Aunque esta disminución podría interpretarse como una señal de alerta, también puede considerarse un indicio de cautela de los empresarios ante el entorno complejo que enfrentan. Los próximos meses exigirán a las MYPES una mayor preparación y capacidad de adaptación.
La clave para el resto de 2025 para el sector consiste en combinar esta actitud optimista con acciones concretas que fortalezcan su capacidad de adaptación.El reto consiste en transformarse para adaptarse a un entorno que puede cambiar significativamente en los próximos meses.