La digitalización y democratización de los servicios financieros en El Salvador
Transformación Digital, Inclusión Financiera, frases y conceptos que hoy en día están de moda en el mundo de las finanzas, pero ¿qué significa todo esto, ¿cuál es el impacto y por qué es importante?
Históricamente, países como el nuestro han adolecido de una baja tasa de bancarización. Solamente alrededor del 40% de los salvadoreños tienen una cuenta de ahorro, en las zonas rurales incluso, ese porcentaje baja a menos del 30%.
Para aquellos usuarios del sistema que no son asalariados formales con los beneficios de nómina que la mayoría de bancos otorgan, existen barreras de entrada que desincentivan abrir y mantener una cuenta de ahorro. En algunos casos el monto mínimo de apertura puede llegar a ser $50.00 USD y el mínimo para mantener y evitar comisiones por mantenimiento también asciende a ese monto, dejando fuera a la mayor parte de la población.
Además, hay un sesgo en el tema de la bancarización, en lo que respecta al uso del producto por parte de los clientes que sí poseen cuenta. Algunos asalariados formales que, aun teniendo tarjeta de débito gratuita, no utilizan su cuenta más que como un medio para poder retirar efectivo. Así, vemos en fechas de pago, miles de personas retirando su nómina completa de los cajeros automáticos y así comienzan luego a dispersar fondos directamente para sus responsabilidades. Muchos prefieren el efectivo, ciertamente, por que es aún el medio de pago por excelencia. Pero esta premisa, este estatus quo parece ser que empieza a mostrar grietas.
Vivimos en una economía donde el efectivo es rey. Pero eso no siempre será así. Como dice una famosa canción de Bob Dylan allá por el ’65, <<Los tiempos están cambiando>>.
La Cuenta Simplificada.
Oficialmente conocida como cuenta de ahorro con requisitos simplificados, es una figura de cuenta de depósito que permite a los bancos, bancos cooperativos y sociedades de ahorro y crédito abrir cuentas a sus clientes con las principales características: no se requiere de NIT del cliente en el proceso, es de uso exclusivo digital y el saldo máximo de manejo es de 5 salarios mínimos. En el mejor de los casos incluso, la cuenta nace con cero fondos. La cuenta simplificada fue aprobada por la Superintendencia del Sistema Financiero en 2016 y el primer banco que la lanzó al público lo hizo a finales de 2018. A nivel de concepto todos ganan. La SSF, la banca y, sobre todo, los clientes. La SSF porque promueve la inclusión financiera, democratiza los servicios de la banca tradicional a aquellos segmentos que hasta el momento habrían quedado fuera del radar, en buena parte por no contar con toda la documentación necesaria para abrir en una cuenta y el dinero para abrir y mantener saldos mínimos. La banca, porque ahora puede llegar a segmentos que, a nivel de negocio, se comportarían de otra forma como un segmento que requiere subsidio de otros segmentos: costos de apertura, mantenimiento, etc. Esto gracias a que el producto por definición es digital. Ahora pueden ofrecer servicios de dispersión de planilla a empresas con alta rotación de personal, por ejemplo, constructoras, empresas con trabajadores eventuales, entre otras. Los clientes, pues ahora tienen la facilidad de poder abrir una cuenta bancaria “de verdad” de forma ágil, sencilla y sin mayores requisitos. Incluso no es necesario acercarse a una agencia bancaria. Solamente deben acercarse a un corresponsal financiero o, en el mejor de los casos, descargar una aplicación del banco en el que deseen abrir la cuenta. Lo único que necesitan tener a la mano es el DUI. Ahora en día existen soluciones tecnológicas que permiten, a través de la aplicación móvil, escanear, procesar y almacenar exitosamente estos documentos en los bancos. Esto representa una gran oportunidad para los micro y pequeños empresarios, pues, al agotar las barreras de entrada, los costos de mantenimiento y principalmente, el costo de oportunidad de que ahora ya no deben desplazarse a agencias bancarias para realizar operaciones y así poder estar en el día a día del negocio. Esta solución les permite realizar transferencias hacia proveedores, recibir pagos de clientes, incluso, dispersar salarios a sus empleados. Una de las mayores ventajas es la seguridad de no tener que manejar efectivo. Uno de los casos de éxito han sido los pagos en fincas de café. Históricamente se ha llevado el dinero a través de las fincas para poder pagar a los cortadores y en muchas ocasiones, el capataz sufre de asaltos. A través de la dispersión digital de pagos este problema queda mitigado.
Transfer 365
Siguiendo con la línea de la inclusión financiera y la democratización de los servicios, está el reciente lanzamiento del servicio de transferencias interbancarias impulsado por el Banco Central de Reserva. Allá por el año 2006 las compañías telefónicas del país concretaron la interoperabilidad de los mensajes de texto, SMS, para sus usuarios. Antes de esa fecha una persona únicamente podía enviar mensajes SMS a otros usuarios siempre que fueran de la misma compañía. Una vez se habilitó la opción, el intercambio de mensajes creció de manera exponencial y marcó el inicio de una nueva cultura de comunicación vía texto. El mismo efecto sucederá para el sistema financiero. La figura de los pagos mediante transferencias interbancarias existe desde 2015, pero no había sido una funcionalidad muy amigable con el usuario, contaba con varias restricciones de disponibilidad del servicio, además de costos relacionados tanto para los clientes como para los bancos. Había estado centralizado en un operador de índole privado, y no todas las instituciones financieras se habían sumado. La iniciativa de Transfer 365 es la oportunidad perfecta para lograr la integración de las redes de pagos interbancarios, y lograr el mismo efecto que lograron las telcos hace 15 años. Transfer 365 no tiene costos, no tiene restricciones de horarios y permite de forma simplificada, que todos los participantes del sistema financiero se puedan sumar al proyecto.
Donde aprieta el zapato
Uno de los retos con que se enfrentó la cuenta simplificada inicialmente, fue la facilidad de uso en la práctica. Los primeros bancos en implementarla facilitaron a los clientes los medios para poder abrir de forma muy sencilla la cuenta. De hecho, una de las mejores ideas la ha tenido un banco que patrocina los datos de navegación, es decir, el uso de la aplicación móvil sobre la que funciona la cuenta simplificada no consume datos del tiempo aire del cliente. Pero tarde o temprano el cliente se pregunta “¿y ahora qué hago?” Al igual que con el caso de las telcos, que en su momento limitaban la mensajería exclusivamente a la red interna, los usuarios de cuentas simplificadas no habían encontrado mayor beneficio con las transferencias entre cuentas o con solo tener el dinero en la cuenta. Otro de los retos a los que se enfrentaba la cuenta simplificada era el modelo de cash in (abono o recarga de fondos) y cash out (retiro de efectivo), pero en buena parte, obedece más a un tema cultural. Salvo un modelo previamente impulsado por una telco, la idea de convertir efectivo en dinero electrónico es un concepto completamente nuevo. Grandes aliados han sido los corresponsales financieros que, a la fecha, superan los 1,800 puntos de atención. En estos puntos es posible tanto realizar abonos como retirar efectivo. También está la red de cajeros automáticos, donde aun cuando el usuario no cuente con tarjeta de débito, éste puede desde la aplicación móvil generar un token para poder retirar efectivo en los cajeros de la red del banco y generalmente las primeras 4 o 5 operaciones por mes son gratis. Un tercer elemento igual de importante, es que estas cuentas pueden fácilmente recibir directamente remesas. El punto radica en el “¿para qué?”, es decir, qué hace el usuario ahora con el dinero almacenado electrónicamente. Esto nos lleva al tercer reto, el uso de la cuenta simplificada como medio de pago. Si el comercio o el proveedor de servicios no tiene forma de recibir el pago, a menos que sea por transferencia tradicional directa, el usuario de la cuenta también pierde el entusiasmo por convertir su dinero en efectivo a dinero electrónico. Una transferencia tradicional directa implica ingresar el número de cuenta del tercero, y esto no suele ser un proceso amigable. El superintendente de bancos lo plantea acertadamente de esta forma: “Así como necesitamos carreteras para crear accesos a las ciudades y mejorar las condiciones económicas, también necesitamos estas autopistas financieras digitales, que permitan a nuestra gente hacer sus pagos sin tener que tomar hasta tres buses”. Este reto se está superando en la medida en que las instituciones están implementando soluciones fáciles de pago mediante transferencias “peer 2 peer” (pagos o transferencias de persona a persona) a través de soluciones fáciles como lectura de códigos QR, mismos que pueden ser escaneados en el punto del intercambio o desde donde el usuario se encuentre leyendo la galería de imágenes del teléfono. Esto empieza a ser cada vez más común hasta que se vuelva lo normal.
El catalizador del catalizador
La habilitación de las transferencias interbancarias y la facilidad de pagos que empieza a generar la opción de los códigos QR, así como otras soluciones inminentes como los pagos NFC, se están convirtiendo en catalizadores para las cuentas simplificadas, incluyendo las demás cuentas electrónicas tradicionales. La facilidad de poder transferir fondos a toda la red del sistema financiero, así como la disposición de los comercios y proveedores de servicios a recibir pagos, generarán la suficiente tracción para darle impulso suficiente a la cuenta simplificada, generando un efecto bola de nieve. Para muestra, en Guatemala ya existe una compañía que está impulsando pagos QR en los mercados. Una vez este ecosistema genere esta inercia, se convertirá también en un catalizador para la economía salvadoreña. Los micro y pequeños empresarios son los máximos ganadores de todas estas iniciativas. Mientras que las transferencias electrónicas y el uso de ecosistemas digitales de pagos han sido usados hasta hoy por algunos segmentos, estas facilidades favorecen la real inclusión financiera y la democratización de los servicios.
1+1 = 11
Si las instituciones y reguladores impulsan sinérgicamente la transformación digital a través de estas y otras soluciones financieras tecnológicas, la sociedad salvadoreña experimentará uno de los mayores cambios que aportarán eficiencias en la economía, que se traduce en una mejor calidad de vida.