Muchos empresarios de las MYPES entienden la necesidad de operar legalmente, pero encuentran una barrera de requisitos
En El Salvador, estudios recientes del Observatorio MYPE han destacado el papel clave que juegan las micro y pequeñas empresas (MYPE) en la economía nacional y su potencial para el desarrollo local. No obstante, su alta informalidad ha llevado durante años a subestimar su impacto, bajo la idea de que sus trabajadores carecen de seguridad social, prestaciones laborales y, además, evaden impuestos.
Comúnmente, en términos empresariales, la informalidad se refiere a aquellas actividades económicas que operan al margen de la ley y las regulaciones establecidas. Esto implica que las empresas informales no cumplen con obligaciones legales como el registro mercantil, el pago de impuestos, el cumplimiento de normas laborales y de seguridad social, entre otros.
Sin embargo, esta visión no contempla las razones estructurales que llevan a los empresarios a operar en la informalidad, lo que convierte esta condición en una estrategia más que en una simple falta de cumplimiento.
Esta visión “tradicional” de las MYPE incluso ha llegado a considerar al sector como un obstáculo para el progreso social y económico. Frente a esto el Observatorio MYPE de la Escuela LID de FUSAI, en su estudio “Las microempresas en El Salvador: del refugio en la informalidad a la inclusión socioeconómica”, elaborado con el apoyo de CONAMYPE y publicado en 2024, revela que la informalidad suele ser más bien una estrategia de supervivencia ante la falta de oportunidades formales en el mercado laboral o barreras infranqueables para hacer negocios para los emprendedores.
En este sentido, la informalidad no es únicamente una elección sino, en muchos casos, la única alternativa para quienes no logran acceder a empleos estables o cubrir los costos de operar bajo regulaciones demasiado rígidas. El mencionado informe indica que muchas personas inician negocios informales a causa de la escasez de oportunidades laborales o a la necesidad de generar ingresos adicionales. Luis Castillo, director del Observatorio MYPE y un profesional con más de tres décadas de experiencia trabajando con el sector, amplía sobre esto:

Este déficit estructural de empleo explica en parte por qué el 76% de las MYPE operan sin registrarse formalmente, sugiriendo que la falta de intención no es el principal obstáculo, sino más bien las condiciones adversas del entorno. Por el contrario, el estudio revela que casi la mitad (47.2%) ha considerado dar el paso hacia la formalización en algún momento.
La formalización desde la perspectiva de los empresarios
Para profundizar en este fenómeno, el estudio preguntó su opinión sobre la formalización a más de mil empresarios . Entre los principales beneficios que señalaron sobre alcanzar la formalización destacan el acceso a mejores condiciones financieras (45.1%) y la tranquilidad de cumplir con la ley (33.9%).

Esta misma percepción es compartida por empresarios que han pasado por el proceso de formalización. Karla Urquiza, una empresaria que pasó de la informalidad a la formalización tras varios años de operar sin registro, comenta:
“Es cierto que al formalizarte todo cambia. Cuando lo hice, sentía que tenía un respaldo frente a empresas y clientes. Mi imagen empresarial cambió, e incluso podía aplicar a créditos con mejores tasas de interés”.
Su opinión refuerza la percepción de que la formalización no solo está ligada al cumplimiento de la ley, sino también a una mayor credibilidad ante clientes y proveedores. Para muchos empresarios, sin embargo, la formalización no es una decisión simple, ya que implica asumir costos y compromisos que pueden representar un desafío financiero.
Karla comenta al respecto: «Al inicio me daba miedo intentar la formalización porque lo veía como un gasto muy grande. Pero luego vinieron los beneficios. No fue fácil, pero me alegro de haberlo hecho, ha sido bueno para la empresa y para mis empleados”.
Por otra parte, los datos señalan que, en promedio, estos empresarios estarían dispuestos a destinar el 7% de sus ganancias para ser reconocidos formalmente. Al respecto, Luis Castillo destaca: “Para un sector que opera en su mayoría en la informalidad, ser reconocidos por el Estado les brinda seguridad de operar sin el miedo de ser desplazados o interrumpidos en sus operaciones”.
En este sentido, la formalización se concibe menos como un fin en sí mismo y más como un medio para mejorar las condiciones de operación y crecimiento. Incluso en el tema de empleados, el estudio revela que la tercera razón para no pagar las cuotas del ISSS o de la AFP (23.9% de los casos) es que los propios trabajadores prefieren que no se les descuente de su salario. Luis Castillo explica esta situación: “Es comprensible que muchos empleados del sector no quieran que se les descuente; muchos prefieren destinar esos ingresos a sus necesidades económicas más inmediatas”.

Como puede apreciarse, la decisión de formalización no debe considerar únicamente a los empresarios, sino también las preferencias de sus trabajadores.
La formalización desde la perspectiva de los empresarios
A lo largo de los años, las políticas públicas han promovido la formalización como la principal vía para alcanzar estabilidad, tanto para las MYPE como para sus empleados. Sin embargo, estas iniciativas suelen estar diseñadas bajo un patrón que no distingue entre empresas con diferentes niveles de ingresos y capacidades operativas. Como resultado, los requisitos administrativos y tributarios pueden ser excesivos, lo que muchas veces termina desincentivando la formalización.
Para que este proceso sea efectivo, las políticas deben concebirse como un esfuerzo gradual, adaptado a las realidades del sector y que consideren sus intereses. Para ello, es necesario eliminar barreras tales como la falta de información, los altos costos de registro o la percepción de que los beneficios no compensan las exigencias. Además, si bien es cierto que la formalización puede ofrecer estabilidad y acceso a mejores oportunidades, su implementación debe adecuarse y ser lo suficientemente flexible como para adecuarse a un sector muy heterogéneo. De lo contrario, seguirá viéndose como un obstáculo en lugar de una oportunidad para fomentar su resiliencia y crecimiento.