Marcelo Rivera junto a una colaboradora del Taller Pits.
Cuando el ingreso cae, todo se desmorona: dificultades financieras en la MYPE salvadoreña
“Cuando llegaba al final del mes era muy difícil saber si estaba ganando o perdiendo, era como estar ciego”. Con estas palabras describe Marcelo Rivera, propietario de un taller mecánico en San Salvador, la realidad que viven miles de micro y pequeños empresarios (MYPE) en el país.
Esta situación no solo amenaza la viabilidad de sus negocios, sino también la estabilidad personal y familiar de quienes los dirigen. Según el más reciente Informe de Dinámica Empresarial MYPE, más de 200 mil empresarios enfrentan dificultades con la gestión financiera, lo que ha afectado directamente la sostenibilidad de sus negocios.
El detonante: caídas de ingresos y mala planificación
Según el informe, el 57% de los empresarios ha sufrido una reducción en sus ingresos, lo cual actúa como un disparador de múltiples problemas: desde la desorganización contable hasta el sobreendeudamiento. “Hay una dependencia diaria del ingreso, y cualquier variación puede alterar todo el equilibrio operativo”, explica Francisco Góchez, coordinador del estudio.
Rivera recuerda cómo, antes de implementar controles: “cuando llegaba al final del mes era muy difícil saber si estaba ganando o perdiendo, era como estar ciego”. Y agrega: “Fue luego que entré a la Escuela LID que me di cuenta del desorden que llevaba y comencé a ordenar todo. Ahora puedo tomar decisiones con más claridad y ya no vivo al día sin saber qué pasará mañana”.
A esta baja en los ingresos se suman otras tensiones: el 34% de los empresarios reportó problemas para cubrir gastos operativos, y un 29% señaló los imprevistos como fuente constante de presión. Así mismo, el informe también señala que el 27% de los empresarios enfrenta deudas que superan su capacidad de pago, mientras que uno de cada cuatro no encuentra opciones viables de financiamiento formal. Según Luis Castillo, director del Observatorio MYPE, esta situación se agrava debido a la informalidad del sector:
“La falta de historial crediticio y garantías impide que muchos puedan acceder a la banca tradicional y los obliga a recurrir a prestamistas informales o usureros, que aplican tasas de interés elevadas y condiciones abusivas que terminan ahogando sus finanzas”.
Soluciones integrales para un problema complejo
Los datos del informe revelan que los problemas financieros que enfrentan las micro y pequeñas empresas (MYPE) no se limitan a cuestiones técnicas. Más bien, son el resultado de una combinación de factores: una gestión deficiente de los riesgos, una formación financiera insuficiente y un sistema financiero que no se adapta ni al ritmo ni a la escala de este tipo de empresas.
Cuando el flujo de caja se agota, no solo peligra la operación de una empresa. También se compromete el sustento de familias enteras y la continuidad de negocios construidos con años de esfuerzo.
Algunas experiencias avanzan en esa dirección. Una de ellas es la Escuela de Empresarios Líderes (LID), promovida por FUSAI. Rivera, beneficiario del programa, reconoce que su participación fue decisiva para ordenar sus cuentas y transformar la forma en que gestiona su negocio.
El modelo combina contenidos técnicos con mentoría empresarial y espacios colaborativos entre pares. La meta no es solo poner en orden los números, sino desarrollar una visión estratégica y un liderazgo con propósito.
“Lo que buscamos no es solo enseñar contabilidad”, explica Claudia Dueñas, gerente de la Escuela LID. “Queremos que el empresario desarrolle una mentalidad gerencial, que sepa ordenar su negocio, liderarlo con visión y que cuente con el acompañamiento necesario para lograrlo”.
Desde el sector público, los Centros de Desarrollo MYPE (CDMYPE), impulsados por CONAMYPE, ofrecen asesoría personalizada. Cada empresa puede trabajar con un asesor para fortalecer su estructura económica y crear condiciones que le permitan acceder a crédito.
Actualmente, existen 13 CDMYPE distribuidos estratégicamente en todo el país. Esto permite una cobertura nacional efectiva. Paul Steiner, presidente de CONAMYPE, destaca el papel de la entidad en el desarrollo económico local: «El crecimiento del país depende directamente del fortalecimiento de las economías locales». Agrega: «El 99 % de las empresas en el país son micro y pequeñas, son el verdadero motor y fuerza de la economía, y le dan de comer a la mayoría de la población».
Un reto de cobertura y transformación del sistema financiero
A pesar de que estos programas están bien diseñados y alineados con las necesidades de las micro y pequeñas empresas (MYPE), se estima que su alcance es limitado, llegando a menos del 10% del total de MYPE. Esto presenta un reto urgente en términos de cobertura y escalabilidad para impactar a la mayoría de este sector productivo.
“Más del 50% del sector MYPE está compuesto por empresarios de subsistencia, que viven de lo que venden en el día. Ante cualquier baja en sus ingresos, entran en crisis rápidamente. Una educación financiera bien enfocada puede ser clave para construir resiliencia y permitirles enfrentar estos momentos sin que todo se derrumbe”, sostiene Luis Castillo, director Corporativo de la Fundación de Apoyo Integral (FUSAI), una organización sin fines de lucro que trabaja para mejorar las condiciones de vida de las familias salvadoreñas a través de diversas iniciativas y proyectos.
Más allá de fortalecer las capacidades internas de los empresarios, también es necesaria una transformación del ecosistema financiero. Francisco Góchez, coordinador del informe sobre la Dinámica Empresarial MYPE, lo resume así: “No podemos seguir evaluando a una microempresa con los mismos criterios de una empresa mediana. Eso solo perpetúa su exclusión”.
Ambos expertos coinciden en que la gestión financiera debe adquirir un nuevo significado. No se trata solo de ser más eficientes, sino de resistir, avanzar y dignificar el esfuerzo diario del empresario salvadoreño. “Administrar bien las finanzas no es solo sostener un negocio”, reflexiona Castillo. “Es sostener la vida misma del empresario, su familia y empleados. Alcanzar ese nivel requiere redoblar esfuerzos y avanzar hacia un apoyo verdaderamente integral”. Y en un entorno tan incierto, cuando el ingreso cae, no debería ser inevitable que todo se desmorone.